Viene de "Historia de mi vida (parte 1)" Bueno, el resto de opciones no eran muy alentadoras. La guitarra nunca me gustó; se me levantaban los padrastros de los dedos por el roce de las cuerdas; el sonido del violín me parecía similar al que se produce cuando arrastras un baúl, y la flauta siempre me causó pavor por miedo a que al tocarla me siguieran todos los ratones de Granada. Así que no quedaban muchas opciones: elegí sin dudarlo el piano. Mi madre me intentaba convencer de tocar algún instrumento menos estruendoso, menos voluminoso, y sobre todo, menos caro. Pero yo siempre lo tuve clarísimo. Lo mío eran las teclas. Mis éxitos no se hicieron esperar: tras un año de estudiar el instrumento di mi primer concierto en público, en el auditorio del que por entonces se conocía como “Centro artístico y literario” y que hoy ocupa la sala de exposiciones que hay junto al teatro de Isabel la Católica, y de las oficinas de Inmobiliaria Osuna. Mi madre lloraba viéndome tocar… ...
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